El desempeño de un recurso, el grado de avance de un proyecto, el nivel de cumplimiento de un objetivo,... todo se mide mediante indicadores sobre los que podemos actuar mediante decisiones mas o menos aisaladas. Estos pequeños ámbitos de actuación, que dan lugar a esos indicadores configuran un mapa de elementos interrelacionados que nos permite pilotar la empresa (o la unidad de negocio o el área organizativa) y que conocemos como un cuadro de mando.
Por otro lado, por muy bien que hayamos diseñado nuestra estrategia y hayamos definido nuestros planes, su ejecución nunca se ajusta exactamente a lo previsto inicialmente para los indicadores que lo describen y las desvíaciones pueden implicar problemas y oportunidades que nos conviene detectar cuanto antes para corregir y/o aprovechar. El control de gestión es la medición permanente de los indicadores y su comparación con lo planeado con el objetivo de reaccionar a tiempo.